Flor de Pingus, o como Peter Sisseck lo llama cariñosamente, "Mi vino de pueblo", ha mantenido una reputación impecable en la industria vinícola. En cada nueva añada, este vino tinto se destaca por su calidad espectacular, lo que le ha valido altas valoraciones de los críticos más respetados.
En la década de los 80, Peter comenzó a colaborar con su tío, quien en ese momento estaba revolucionando la producción de vinos blancos con su trabajo en el Château Rahoul. Su participación fue fundamental, y tras la icónica cosecha de 1982, Peter decidió culminar sus estudios como ingeniero agrónomo en Dinamarca a mediados de los años 80.
Después de completar su formación, Peter Sisseck se aventuró en California, específicamente en la bodega Simi en Sonoma. Allí, se expuso a la tecnología vinícola estadounidense, que difería notablemente, con una mayor intervención en el proceso, de la tradicional aproximación francesa que ya conocía.
A principios de los 90, Peter aterrizó en la Ribera del Duero, donde asumió la dirección técnica de una bodega recién fundada: Hacienda Monasterio.
Durante sus estancias en Burdeos, Sisseck entabló amistad con un grupo de personas más desenfadadas y apasionadas por disfrutar de buenos momentos que los rígidos aristócratas del Médoc. Uno de sus amigos más destacados era Jean-Luc Thunevin, conocido por iniciar el movimiento de los "vinos de garaje" con su Valandraud.
Otro amigo suyo, comerciante de vinos, solía afirmar en su catálogo: "beberé leche cuando las vacas coman uvas". Este ambiente y su creciente interés por el movimiento revolucionario del mundo del vino, junto con ejemplos como Angélus, Le Pin, Cheval Blanc y Valandraud en Burdeos, así como Domaines Leroy, Dominique Laurent o el legendario Henri Jayer en Borgoña, llevaron a Sisseck a tomar una decisión audaz: emprender un camino distinto al de Hacienda Monasterio.
Así nació Pingus. El nombre Pingus no es otro que el apodo de la infancia de Peter. Y hoy en día, con todo el reconocimiento que merece, Pingus se ha convertido en uno de los máximos exponentes de los "vinos de garaje".
La historia de Peter Sisseck es un testimonio de pasión, innovación y el deseo de desafiar las convenciones en el fascinante mundo del vino. Su dedicación y visión han dado vida a un vino que sigue sorprendiendo y deleitando a los amantes del vino en todo el mundo.